Conforme va pasando el tiempo, la tecnología despliega su potencial en áreas como la farmacéutica y la clínica. Por ejemplo, el monitoreo remoto de temperatura y humedad, a través del cual se facilita y se asegura el cumplimiento de los estándares de la Norma Técnica 208.
Aquí la clave es el término «remoto»: la posibilidad de observar los valores térmicos o climáticos sin necesidad de una presencia física o personal (que no es viable ni rentable en muchos casos) abre las puertas a mayor seguridad en términos de bioseguridad.
El funcionamiento remoto de este monitoreo de temperatura y humedad, por otra parte, no menoscaba la eficiencia, el rendimiento y la precisión demostrada por los mecanismos desplegados para dichos propósitos.